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52 Serie Nacional: ¿Por dónde van los cambios en la pelota cubana?
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52 Serie Nacional: ¿Por dónde van los cambios en la pelota cubana?
Este domingo Cuba abre las puertas a la edición 52 de la Serie Nacional de Béisbol, que después de múltiples debates y no poca polémica, contará nuevamente con 16 equipos.
Las acciones se abrirán a las 2 p.m. en el estadio "José Ramón Cepero" de Ciego de Avila, donde los anfitriones -campeones nacionales- chocarán con el subtitular Industriales en un duelo que enfrentará a dos de los mejores lanzadores de la pelota cubana actual: el supersónico avileño Vladimir García y el derecho habanero Odrisamer Despaigne.
La 52 Serie Nacional se inicia apenas a tres meses del III Clásico Mundial 2013, con un panorama incierto para el béisbol criollo y una reforma estructural que intenta devolver atractivo y competitividad a un torneo que ha perdido arraigo entre la afición de la isla.
Se van del aire los Metropolitanos, el equipo más débil de la capital, pero lo más significativo resulta que se reduce en un 45 por ciento la cantidad total de juegos. O sea, que de mil 632 partidos programados en la etapa regular de la edición anterior, en la que hoy comienza solo tendrán lugar 888 desafíos. Habrá una clasificación para la segunda etapa del torneo con los primeros ocho conjuntos, de manera que los ocho restantes no clasificados verán limitada su participación a 45 enfrentamientos. Los juegos de postemporada se disminuyen de 44 posibles a solo 21.
Cambios de regla
Asimismo, el tie break se empleará a partir del inning 13 y no del décimo, y sin alteración del orden ofensivo; en lugar de permitir el inicio del turno ofensivo según intereses de los directores, el capítulo de desempate comenzará con el jugador en turno y los dos últimos outs del inning anterior ocuparán las primera y segunda bases.
También cambiará la norma trabajo-descanso de los lanzadores, que podrán tirar al día siguiente si en la jornada anterior realizaron de uno a 30 lanzamientos, y dos días después si empleó antes de 31 a 50.
Pero más allá de estas movidas puramente técnicas, está claro que las matemáticas están jugando su papel y que la falta de recursos monetarios está determinando las decisiones profundas en el pasatiempo nacional. Evidentemente, la maltrecha economía de la isla no puede soportar ya los gastos del más importante espectáculo deportivo cubano y la Serie Nacional, esclava de sus concepciones, continúa languideciendo. Si las cosas siguen como van, no me sorprendería que se llegara a la ridícula cifra de cuatro equipos como era en los primeros años.
Probablemente las Series Nacionales de Béisbol sean el evento que más estructuras ha puesto en práctica en la historia del deporte en Cuba. Se han visto series con dos, cuatro, seis, 12, 16 y 17 equipos; Series Selectivas, Copas Revolución, con play off y sin play off. De nombres de equipos es mejor ni hablar, pues superan la treintena. En un deporte de jugosas estadísticas, estos cambios constituyen un rompecabezas, y hacen casi imposible determinar los récords individuales y colectivos para una temporada, algo que incuestionablemente resulta de gran interés para aficionados y especialistas.
Para los atletas, este nuevo cambio tiene una gran repercusión negativa. El pelotero cubano no es remunerado por la labor que realiza, aunque el régimen sigue repitiendo lo contrario. Su trabajo es jugar pelota, brindar espectáculo y para eso entrenan o juegan casi todo el año. Pero como por esa labor -que es un empleo a tiempo completo- no les pagan, los obligan a estar en la nómina de un centro de trabajo al que van solo a cobrar o mandan a alguien para que busque el dinero. Su ardua faena comienzan por las series provinciales, después van a la preselección del equipo provincial, de ahí a la Serie Nacional y los afortunados que integran alguna de las dos o tres selecciones nacionales, pasan primero por una preselección y después al viajecito para resolver algo si hacen el equipo.
Venta de refrescos y otras ventajas
Durante la Serie Nacional, los atletas y entrenadores venden trajes, guantes, maletines y pelotas, además de los refrescos enlatados que les dan en los hoteles donde se hospedan. Es la única manera que tienen de aumentar un poco sus bajos ingresos personales. (Ahora el 50 por ciento de los jugadores tendrá solo media Serie Nacional, por lo que es de suponer que perderán la mitad de sus ganancias por concepto de venta de refrescos).
Desde el punto de vista deportivo, es evidente que habrá más rivalidad en la segunda parte del torneo, pues clasificarán los ocho equipos más fuertes, y por demás reforzados con cinco atletas cada uno. Pero, pensando en desarrollo, el resultado será negativo, pues la mitad de los peloteros solo tendrá acción en 45 juegos al año.
La tan cacareada pelota libre cubana sufre una crisis honda. Está atrapada en su concepción regional, el falso amateurismo y la falta de incentivos para los atletas. Cada día son menos los cubanos interesados en jugar a la pelota. Ya no solo se ven deserciones o salidas del país, sino peloteros que piden baja o descanso por un año. La economía familiar no puede, en muchas ocasiones, soportar los gastos de la práctica de este deporte en las categorías infantiles. Hay que comprar trajes e implementos y pagar el transporte para los topes de confrontación. Y cada vez es menos gratificante llegar a la Serie Nacional e integrar el equipo Cuba con el máximo incentivo de poder viajar y obtener algunos beneficios económicos.
El concepto regional es otro lastre. Cuando surge un pelotero estelar en una provincia, se limita el desarrollo por unos 20 años para que otros de su propia región puedan desempeñarse en la misma posición. Un caso evidente es el del torpedero capitalino Rey Ordoñez, quien brilló al guante en las Grandes Ligas y en Cuba casi no jugó por coincidir en su provincia de residencia con el establecido Germán Mesa. Generalmente, cuando estas estrellas se retiran dejan un gran vacío en la posición.
Un municipio llamado especial, Isla de la Juventud, algo normal en Cuba donde son muchas las cosas calificadas como especiales (hasta las crisis), tiene un equipo en la Serie Nacional. La Isla nunca ha ganado ni ganará, debido a la poca población y escasa infraestructura con que cuenta, pero tampoco han ganado Las Tunas ni Guantánamo, ni Cienfuegos. Holguín lo ha hecho solo una vez como la antigua Habana y Ciego de Ávila en la última edición.
Un mito desinflado
Es evidente que el diseño regional favorece a la capital y las grandes ciudades. La lucha se reduce a todos contra Industriales. El sueño es derrotar a los Azules en el Latino repleto, ganarle el campeonato a la provincia más poblada y con mejor infraestructura. Esto se mantendrá así por siempre mientras no cambie la política estatal que lo condiciona.
La entrada de los profesionales al panorama internacional desinfló el mito de los campeones cubanos, a lo que debemos sumar el éxodo lógico de peloteros que ha debilitado desde hace mucho tiempo las selecciones nacionales. Casos como el de Dayán Viciedo y Kendry Morales son una muestra de mi afirmación. Ellos fueron en su momento los mejores prospectos de la pelota cubana y hoy juegan en las Mayores, pero también abandonaron la isla lanzadores de punta en su momento, como son los casos de Rolando Arrojo, Orlando Hernández y José Ariel Contreras. Es el mismo camino que han seguido consagrados de la talla de Alexei Ramírez, Leonis Martín, Aroldis Chapman, Yoenis Céspedes y Yasiel Puig, o jóvenes promesas entre las que incluyo a los lanzadores Noel Argüelles y Gerardo Concepción, y los jugadores José Antonio Iglesias, Yasiel Balaguer y José Carlos Soler. La relación es bien larga, no es casual que el 2012 fue el año en que más dinero se le ha pagado a jugadores cubanos en la Gran Carpa: $45.7 millones de dólares entre 22 peloteros cubanos y cubanoamericanos.
Ante la decadencia de la pelota nacional y la nula presencia en los medios de la que se juega en otras latitudes, los aficionados cubanos se han ido desplazando hacia el fútbol, de muy bajo nivel doméstico, pero con abundante seguimiento del panorama internacional. Así vemos a la afición dividida entre el Barcelona y el Real Madrid y disfrutando a plenitud, en vivo y en directo, de los partidos entre estas dos selecciones profesionales de España.
La doble moral que impera en Cuba se manifiesta también en el ámbito deportivo. Cuando se refieren a peloteros profesionales los califican de esclavos, rentados y víctimas de una maquinaria explotadora. Los futbolistas no, esos no son millonarios en pantalones cortos, verdaderas estrellas. Y si van de visita a Cuba se les pone la alfombra roja aunque hayan consumido algún que otro estupefaciente de más. A fin de cuentas lo pueden haber hecho porque los agobia el sistema capitalista y se sienten turbados con esos cheques de siete dígitos.
Pensando en Marquetti
La Serie Nacional que rompe el celofán en pocas horas anticipa un nuevo traspié de la pelota cubana, que desde el 2005 no consigue un título en la arena internacional, y ha perdido su dinastía técnica y esplendor competitivo que la hizo imbatible en décadas anteriores.
Y quizá sea -ojalá me equivocara- el principio del fin de otro de los descabellados proyectos del último medio siglo en Cuba.
Me hubiera gustado, por ejemplo que Agustín Marquetti, otrora héroe en la legendaria victoria contra los americanos en Nicaragua hace ahora 40 años, bateara la primera bola de esta Serie, pero lamentablemente no podrá hacerlo por estar a 90 millas de su patria, como muchos otros estelares de otras épocas gloriosas.
Tal vez ese sea el espejo donde se miren muchos de los que este domingo saldrán al terreno de juego pensando en cómo ejercitar sus talentos de una manera que les permita vivir como viven los peloteros estelares en todo el mundo. Es decir, en cómo escapar a tiempo para probarse en la llamada "pelota rentada" que el régimen les dijo explotaba y deshumanizaba a los atletas, pero donde hubieran querida probarse peloteros como el propio Marquetti, Antonio Muñoz, Félix Isasi, Víctor Mesa, Alfonso Urquiola y tantos otros que eran realmente hombres de Grandes Ligas.
Ahora resulta que Jorge Fuentes ha sido nombrado el nuevo jefe técnico de la Federación Cubana de Béisbol, y en sus primeras declaraciones prometió "mantener y exigir disciplina técnica y social de atletas, técnicos, árbitros y comisarios", con lo cual -según aseguró- se puede llegar a la profesionalidad y espectacularidad que reclama la Serie Nacional.
Son bonitas palabras, pero todo eso está por ver a partir de esta tarde en el terreno de juego y en la realidad de la isla.
FUENTE
Las acciones se abrirán a las 2 p.m. en el estadio "José Ramón Cepero" de Ciego de Avila, donde los anfitriones -campeones nacionales- chocarán con el subtitular Industriales en un duelo que enfrentará a dos de los mejores lanzadores de la pelota cubana actual: el supersónico avileño Vladimir García y el derecho habanero Odrisamer Despaigne.
La 52 Serie Nacional se inicia apenas a tres meses del III Clásico Mundial 2013, con un panorama incierto para el béisbol criollo y una reforma estructural que intenta devolver atractivo y competitividad a un torneo que ha perdido arraigo entre la afición de la isla.
Se van del aire los Metropolitanos, el equipo más débil de la capital, pero lo más significativo resulta que se reduce en un 45 por ciento la cantidad total de juegos. O sea, que de mil 632 partidos programados en la etapa regular de la edición anterior, en la que hoy comienza solo tendrán lugar 888 desafíos. Habrá una clasificación para la segunda etapa del torneo con los primeros ocho conjuntos, de manera que los ocho restantes no clasificados verán limitada su participación a 45 enfrentamientos. Los juegos de postemporada se disminuyen de 44 posibles a solo 21.
Cambios de regla
Asimismo, el tie break se empleará a partir del inning 13 y no del décimo, y sin alteración del orden ofensivo; en lugar de permitir el inicio del turno ofensivo según intereses de los directores, el capítulo de desempate comenzará con el jugador en turno y los dos últimos outs del inning anterior ocuparán las primera y segunda bases.
También cambiará la norma trabajo-descanso de los lanzadores, que podrán tirar al día siguiente si en la jornada anterior realizaron de uno a 30 lanzamientos, y dos días después si empleó antes de 31 a 50.
Pero más allá de estas movidas puramente técnicas, está claro que las matemáticas están jugando su papel y que la falta de recursos monetarios está determinando las decisiones profundas en el pasatiempo nacional. Evidentemente, la maltrecha economía de la isla no puede soportar ya los gastos del más importante espectáculo deportivo cubano y la Serie Nacional, esclava de sus concepciones, continúa languideciendo. Si las cosas siguen como van, no me sorprendería que se llegara a la ridícula cifra de cuatro equipos como era en los primeros años.
Probablemente las Series Nacionales de Béisbol sean el evento que más estructuras ha puesto en práctica en la historia del deporte en Cuba. Se han visto series con dos, cuatro, seis, 12, 16 y 17 equipos; Series Selectivas, Copas Revolución, con play off y sin play off. De nombres de equipos es mejor ni hablar, pues superan la treintena. En un deporte de jugosas estadísticas, estos cambios constituyen un rompecabezas, y hacen casi imposible determinar los récords individuales y colectivos para una temporada, algo que incuestionablemente resulta de gran interés para aficionados y especialistas.
Para los atletas, este nuevo cambio tiene una gran repercusión negativa. El pelotero cubano no es remunerado por la labor que realiza, aunque el régimen sigue repitiendo lo contrario. Su trabajo es jugar pelota, brindar espectáculo y para eso entrenan o juegan casi todo el año. Pero como por esa labor -que es un empleo a tiempo completo- no les pagan, los obligan a estar en la nómina de un centro de trabajo al que van solo a cobrar o mandan a alguien para que busque el dinero. Su ardua faena comienzan por las series provinciales, después van a la preselección del equipo provincial, de ahí a la Serie Nacional y los afortunados que integran alguna de las dos o tres selecciones nacionales, pasan primero por una preselección y después al viajecito para resolver algo si hacen el equipo.
Venta de refrescos y otras ventajas
Durante la Serie Nacional, los atletas y entrenadores venden trajes, guantes, maletines y pelotas, además de los refrescos enlatados que les dan en los hoteles donde se hospedan. Es la única manera que tienen de aumentar un poco sus bajos ingresos personales. (Ahora el 50 por ciento de los jugadores tendrá solo media Serie Nacional, por lo que es de suponer que perderán la mitad de sus ganancias por concepto de venta de refrescos).
Desde el punto de vista deportivo, es evidente que habrá más rivalidad en la segunda parte del torneo, pues clasificarán los ocho equipos más fuertes, y por demás reforzados con cinco atletas cada uno. Pero, pensando en desarrollo, el resultado será negativo, pues la mitad de los peloteros solo tendrá acción en 45 juegos al año.
La tan cacareada pelota libre cubana sufre una crisis honda. Está atrapada en su concepción regional, el falso amateurismo y la falta de incentivos para los atletas. Cada día son menos los cubanos interesados en jugar a la pelota. Ya no solo se ven deserciones o salidas del país, sino peloteros que piden baja o descanso por un año. La economía familiar no puede, en muchas ocasiones, soportar los gastos de la práctica de este deporte en las categorías infantiles. Hay que comprar trajes e implementos y pagar el transporte para los topes de confrontación. Y cada vez es menos gratificante llegar a la Serie Nacional e integrar el equipo Cuba con el máximo incentivo de poder viajar y obtener algunos beneficios económicos.
El concepto regional es otro lastre. Cuando surge un pelotero estelar en una provincia, se limita el desarrollo por unos 20 años para que otros de su propia región puedan desempeñarse en la misma posición. Un caso evidente es el del torpedero capitalino Rey Ordoñez, quien brilló al guante en las Grandes Ligas y en Cuba casi no jugó por coincidir en su provincia de residencia con el establecido Germán Mesa. Generalmente, cuando estas estrellas se retiran dejan un gran vacío en la posición.
Un municipio llamado especial, Isla de la Juventud, algo normal en Cuba donde son muchas las cosas calificadas como especiales (hasta las crisis), tiene un equipo en la Serie Nacional. La Isla nunca ha ganado ni ganará, debido a la poca población y escasa infraestructura con que cuenta, pero tampoco han ganado Las Tunas ni Guantánamo, ni Cienfuegos. Holguín lo ha hecho solo una vez como la antigua Habana y Ciego de Ávila en la última edición.
Un mito desinflado
Es evidente que el diseño regional favorece a la capital y las grandes ciudades. La lucha se reduce a todos contra Industriales. El sueño es derrotar a los Azules en el Latino repleto, ganarle el campeonato a la provincia más poblada y con mejor infraestructura. Esto se mantendrá así por siempre mientras no cambie la política estatal que lo condiciona.
La entrada de los profesionales al panorama internacional desinfló el mito de los campeones cubanos, a lo que debemos sumar el éxodo lógico de peloteros que ha debilitado desde hace mucho tiempo las selecciones nacionales. Casos como el de Dayán Viciedo y Kendry Morales son una muestra de mi afirmación. Ellos fueron en su momento los mejores prospectos de la pelota cubana y hoy juegan en las Mayores, pero también abandonaron la isla lanzadores de punta en su momento, como son los casos de Rolando Arrojo, Orlando Hernández y José Ariel Contreras. Es el mismo camino que han seguido consagrados de la talla de Alexei Ramírez, Leonis Martín, Aroldis Chapman, Yoenis Céspedes y Yasiel Puig, o jóvenes promesas entre las que incluyo a los lanzadores Noel Argüelles y Gerardo Concepción, y los jugadores José Antonio Iglesias, Yasiel Balaguer y José Carlos Soler. La relación es bien larga, no es casual que el 2012 fue el año en que más dinero se le ha pagado a jugadores cubanos en la Gran Carpa: $45.7 millones de dólares entre 22 peloteros cubanos y cubanoamericanos.
Ante la decadencia de la pelota nacional y la nula presencia en los medios de la que se juega en otras latitudes, los aficionados cubanos se han ido desplazando hacia el fútbol, de muy bajo nivel doméstico, pero con abundante seguimiento del panorama internacional. Así vemos a la afición dividida entre el Barcelona y el Real Madrid y disfrutando a plenitud, en vivo y en directo, de los partidos entre estas dos selecciones profesionales de España.
La doble moral que impera en Cuba se manifiesta también en el ámbito deportivo. Cuando se refieren a peloteros profesionales los califican de esclavos, rentados y víctimas de una maquinaria explotadora. Los futbolistas no, esos no son millonarios en pantalones cortos, verdaderas estrellas. Y si van de visita a Cuba se les pone la alfombra roja aunque hayan consumido algún que otro estupefaciente de más. A fin de cuentas lo pueden haber hecho porque los agobia el sistema capitalista y se sienten turbados con esos cheques de siete dígitos.
Pensando en Marquetti
La Serie Nacional que rompe el celofán en pocas horas anticipa un nuevo traspié de la pelota cubana, que desde el 2005 no consigue un título en la arena internacional, y ha perdido su dinastía técnica y esplendor competitivo que la hizo imbatible en décadas anteriores.
Y quizá sea -ojalá me equivocara- el principio del fin de otro de los descabellados proyectos del último medio siglo en Cuba.
Me hubiera gustado, por ejemplo que Agustín Marquetti, otrora héroe en la legendaria victoria contra los americanos en Nicaragua hace ahora 40 años, bateara la primera bola de esta Serie, pero lamentablemente no podrá hacerlo por estar a 90 millas de su patria, como muchos otros estelares de otras épocas gloriosas.
Tal vez ese sea el espejo donde se miren muchos de los que este domingo saldrán al terreno de juego pensando en cómo ejercitar sus talentos de una manera que les permita vivir como viven los peloteros estelares en todo el mundo. Es decir, en cómo escapar a tiempo para probarse en la llamada "pelota rentada" que el régimen les dijo explotaba y deshumanizaba a los atletas, pero donde hubieran querida probarse peloteros como el propio Marquetti, Antonio Muñoz, Félix Isasi, Víctor Mesa, Alfonso Urquiola y tantos otros que eran realmente hombres de Grandes Ligas.
Ahora resulta que Jorge Fuentes ha sido nombrado el nuevo jefe técnico de la Federación Cubana de Béisbol, y en sus primeras declaraciones prometió "mantener y exigir disciplina técnica y social de atletas, técnicos, árbitros y comisarios", con lo cual -según aseguró- se puede llegar a la profesionalidad y espectacularidad que reclama la Serie Nacional.
Son bonitas palabras, pero todo eso está por ver a partir de esta tarde en el terreno de juego y en la realidad de la isla.
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