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Santiago Espirituano, tradicional festejo en Cuba
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Santiago Espirituano, tradicional festejo en Cuba
Sancti Spíritus, Cuba (PL) El Santiago es probablemente la más antigua de las tradiciones festivas de esta ciudad central, traída hasta aquí por los inmigrantes procedentes de Santiago de Compostela, en La Coruña, España.
A partir de 1655 los ibéricos llegados hasta esta parte de la isla tratarán de remedar sus costumbres en estas nuevas tierras, a las que llegaron con el objetivo de prosperar económicamente y donde dichos festejos servirían como atenuante a la nostalgia por el suelo que los vio nacer y todo lo que habían dejado atrás, principalmente la familia.
Durante un buen tiempo la celebración conservó su esencia religiosa hasta que poco a poco y debido a un sinnúmero de situaciones -entre ellas la adaptación a un contexto diferente- fueron perdiendo el sentido místico para acaparar la atención de un grupo mayoritario y disímil, transformándose en una fiesta popular o pagana.
De este modo, los tradicionales festejos originados en el siglo XVIII fueron perdiendo la espiritualidad que en principio los animó y que el 25 de julio rendía culto al santo patrono Santiago Apóstol.
Textos consultados aseguran que "aunque siempre giraron en torno al 25 de julio" la celebración, tanto en el siglo XIX como en el XX, comenzó muchas veces en el mes de junio y se desarrolló hasta avanzado el de agosto.
Aunque siempre se usaron los espacios abiertos, se afirma que en las últimas décadas del XIX y los primeros 60 años del siglo XX el Santiago Espirituano eligió un ambiente cerrado y exclusivo, típico de las Sociedades de Instrucción y Recreo.
Definida desde el siglo XIX como una fiesta urbana, las características que posee se identifican con las festividades rurales.
Durante un buen tiempo fueron las enramadas y disfraces dos de sus distintivos, mientras los barrios vivían el jolgorio a la hora de enramar y adornar las cuadras, en sana competencia por elegir al mejor.
La participación popular originó el surgimiento de las calles enramadas, los disfraces, cabalgatas, el paseo de carrozas, las áreas de baile y comparsas, los palos ensebados, la carreras de vehículos y el empleo de los fuegos artificiales, así como la venta de alimentos y bebidas en quioscos.
Muchas de estas actividades se mantienen hasta nuestros días.
VAIVENES Y TROPIEZOS
A partir de los años cuarentas del pasado siglo se incorpora un elemento representativo de los carnavales de la capital del país: la elección de la Reina del Santiago y sus damas de compañía, con lo que algunos estaban en desacuerdo por considerarlo un elemento foráneo.
Tampoco la mayoría de los espirituanos está conforme con que se le llame Carnavales a sus ancestrales festejos, una práctica que se ha hecho cada vez más común en el habla popular, sobre todo en boca de los jóvenes.
También la festividad tuvo sus tropiezos, como señala el periódico El yayabero -en su primer número: enero de 1995-, el cual indica que de 1988 a julio de 1994, los espirituanos dejaron de disfrutar -por razones ajenas a su voluntad- de la festividad más antigua de la villa, fundada en 1514 por el Adelantado Diego Velázquez.
En cuanto se pudieron retomar, porque las condiciones económicas lo permitieron, volvió esta colonial ciudad, con sus calles estrechas (algunas empedradas) y su acervo patrimonial, a disfrutar de esos días de esparcimiento, uno de ellos (el 26) dedicado a la Rebeldía Nacional.
Las fiestas coinciden, además, con el Día del Espirituano Ausente y de la Guayabera, tradicional pieza de vestir que da nombre a un Proyecto Sociocultural.
Dicho proyecto se impulsa desde hace algunos años y ya posee una colección de más de 100 prendas de ese tipo, pertenecientes a personalidades de Cuba y del mundo.
Para muchos, incluyendo a especialistas del tema, Sancti Spíritus es la cuna de este atuendo o prenda nacional.
La ciudad, ubicada a unos 350 kilómetros al este de La Habana, se caracteriza por sus pasacalles, género musical interpretado por las comparsas y congas.
De este hecho se deduce que en el Santiago se funden elementos peninsulares con otros de origen africano.
Gerardo Echemendía, más conocido por Serapio y recientemente fallecido con más de 80 años, creó uno de los pasacalles cubanos más populares titulado Si tú pasas por mi casa.
El cantante, compositor y percusionista integró desde sus inicios el Coro de Clave, único de su tipo en Cuba. Una escultura suya, de tamaño natural, se alza en el céntrico bulevar de esta villa, que se acerca a sus 500 años de fundada.
Según datos históricos, estas fiestas se desarrollaron en sus inicios los días 24, 25 y 26 de julio por coincidir con los de Santa Cristina, Santiago y Santa Ana, respectivamente.
Varias son las ciudades de la isla que conservan tradiciones culturales muy enraizadas, como ocurre en Remedios, considerada la octava villa fundada por los españoles; y Camajuaní, ambas en Villa Clara; Chambas, en Ciego de Ávila; y Arroyo Blanco, Zaza del Medio y Guayos, las tres en la provincia de Sancti Spíritus.
Estas celebraciones reciben el nombre de Parrandas en las mencionadas localidades centrales del país, aunque asumen características diferentes al Santiago, al incorporar solidarias disputas entre barrios en cuanto al lucimiento de los festejos.
Además, los barrios reciben nombres característicos, que incluyen los de animales o símbolos del lugar, cuyo trabajo decorativo en las carrozas tiene un peso fundamental.
Estas abordan temas específicos, en su mayoría extraídos de la Literatura Universal y en los que predomina el derroche de fantasía y creatividad.
La de Arroyo Blanco se define como una fiesta donde se reúnen los campesinos y, en medio de ella cantan, principalmente el punto cubano, variante conocida como punto espirituano, que marca su diferencia con respecto a otras.
REPAROS EN EL SIGLO XIX
A mediados del siglo XIX, los festejos espirituanos tenían un matiz popular, al admitirse máscaras y disfraces hasta la hora de las oraciones, aunque entre los reparos estaba el impedimento de imitar a ministros de la religión católica, funcionarios del Estado y militares.
Tampoco se podían hacer burlas contra las condecoraciones otorgadas por el Gobierno y se establecieron otras disposiciones con un marcado tono racista que prohibían a las llamadas personas "de color" el derecho a disfrazarse y montar a caballo por las tres calles principales de la ciudad.
Asimismo, quedaba terminantemente prohibido portar armas de cualquier tipo; y quien infringiera esa medida era llevado a la entonces Real Cárcel, mientras que "proferir palabras deshonestas, picantes o que denigraran u ofendieran a persona alguna con canciones, acción o movimiento" le costaba al infractor 20 días de prisión.
Era de esperarse, por lo burdo de la broma, que resultaran desaciertos lanzar añil sobre un vestido blanco o arrancarle un collar del cuello a una mujer, entre otras de pésimo gusto.
La fiesta más popular de esta ciudad, el Santiago Espirituano, echó fuertes raíces, capaces de enfrentar los embates del tiempo y añejarse, como el buen vino, junto a la ciudad que la vio nacer y que pronto cumplirá cinco siglos de fundada.
http://www.prensa-latina.cu/index.php?option=com_content&task=view&id=513486&Itemid=1
A partir de 1655 los ibéricos llegados hasta esta parte de la isla tratarán de remedar sus costumbres en estas nuevas tierras, a las que llegaron con el objetivo de prosperar económicamente y donde dichos festejos servirían como atenuante a la nostalgia por el suelo que los vio nacer y todo lo que habían dejado atrás, principalmente la familia.
Durante un buen tiempo la celebración conservó su esencia religiosa hasta que poco a poco y debido a un sinnúmero de situaciones -entre ellas la adaptación a un contexto diferente- fueron perdiendo el sentido místico para acaparar la atención de un grupo mayoritario y disímil, transformándose en una fiesta popular o pagana.
De este modo, los tradicionales festejos originados en el siglo XVIII fueron perdiendo la espiritualidad que en principio los animó y que el 25 de julio rendía culto al santo patrono Santiago Apóstol.
Textos consultados aseguran que "aunque siempre giraron en torno al 25 de julio" la celebración, tanto en el siglo XIX como en el XX, comenzó muchas veces en el mes de junio y se desarrolló hasta avanzado el de agosto.
Aunque siempre se usaron los espacios abiertos, se afirma que en las últimas décadas del XIX y los primeros 60 años del siglo XX el Santiago Espirituano eligió un ambiente cerrado y exclusivo, típico de las Sociedades de Instrucción y Recreo.
Definida desde el siglo XIX como una fiesta urbana, las características que posee se identifican con las festividades rurales.
Durante un buen tiempo fueron las enramadas y disfraces dos de sus distintivos, mientras los barrios vivían el jolgorio a la hora de enramar y adornar las cuadras, en sana competencia por elegir al mejor.
La participación popular originó el surgimiento de las calles enramadas, los disfraces, cabalgatas, el paseo de carrozas, las áreas de baile y comparsas, los palos ensebados, la carreras de vehículos y el empleo de los fuegos artificiales, así como la venta de alimentos y bebidas en quioscos.
Muchas de estas actividades se mantienen hasta nuestros días.
VAIVENES Y TROPIEZOS
A partir de los años cuarentas del pasado siglo se incorpora un elemento representativo de los carnavales de la capital del país: la elección de la Reina del Santiago y sus damas de compañía, con lo que algunos estaban en desacuerdo por considerarlo un elemento foráneo.
Tampoco la mayoría de los espirituanos está conforme con que se le llame Carnavales a sus ancestrales festejos, una práctica que se ha hecho cada vez más común en el habla popular, sobre todo en boca de los jóvenes.
También la festividad tuvo sus tropiezos, como señala el periódico El yayabero -en su primer número: enero de 1995-, el cual indica que de 1988 a julio de 1994, los espirituanos dejaron de disfrutar -por razones ajenas a su voluntad- de la festividad más antigua de la villa, fundada en 1514 por el Adelantado Diego Velázquez.
En cuanto se pudieron retomar, porque las condiciones económicas lo permitieron, volvió esta colonial ciudad, con sus calles estrechas (algunas empedradas) y su acervo patrimonial, a disfrutar de esos días de esparcimiento, uno de ellos (el 26) dedicado a la Rebeldía Nacional.
Las fiestas coinciden, además, con el Día del Espirituano Ausente y de la Guayabera, tradicional pieza de vestir que da nombre a un Proyecto Sociocultural.
Dicho proyecto se impulsa desde hace algunos años y ya posee una colección de más de 100 prendas de ese tipo, pertenecientes a personalidades de Cuba y del mundo.
Para muchos, incluyendo a especialistas del tema, Sancti Spíritus es la cuna de este atuendo o prenda nacional.
La ciudad, ubicada a unos 350 kilómetros al este de La Habana, se caracteriza por sus pasacalles, género musical interpretado por las comparsas y congas.
De este hecho se deduce que en el Santiago se funden elementos peninsulares con otros de origen africano.
Gerardo Echemendía, más conocido por Serapio y recientemente fallecido con más de 80 años, creó uno de los pasacalles cubanos más populares titulado Si tú pasas por mi casa.
El cantante, compositor y percusionista integró desde sus inicios el Coro de Clave, único de su tipo en Cuba. Una escultura suya, de tamaño natural, se alza en el céntrico bulevar de esta villa, que se acerca a sus 500 años de fundada.
Según datos históricos, estas fiestas se desarrollaron en sus inicios los días 24, 25 y 26 de julio por coincidir con los de Santa Cristina, Santiago y Santa Ana, respectivamente.
Varias son las ciudades de la isla que conservan tradiciones culturales muy enraizadas, como ocurre en Remedios, considerada la octava villa fundada por los españoles; y Camajuaní, ambas en Villa Clara; Chambas, en Ciego de Ávila; y Arroyo Blanco, Zaza del Medio y Guayos, las tres en la provincia de Sancti Spíritus.
Estas celebraciones reciben el nombre de Parrandas en las mencionadas localidades centrales del país, aunque asumen características diferentes al Santiago, al incorporar solidarias disputas entre barrios en cuanto al lucimiento de los festejos.
Además, los barrios reciben nombres característicos, que incluyen los de animales o símbolos del lugar, cuyo trabajo decorativo en las carrozas tiene un peso fundamental.
Estas abordan temas específicos, en su mayoría extraídos de la Literatura Universal y en los que predomina el derroche de fantasía y creatividad.
La de Arroyo Blanco se define como una fiesta donde se reúnen los campesinos y, en medio de ella cantan, principalmente el punto cubano, variante conocida como punto espirituano, que marca su diferencia con respecto a otras.
REPAROS EN EL SIGLO XIX
A mediados del siglo XIX, los festejos espirituanos tenían un matiz popular, al admitirse máscaras y disfraces hasta la hora de las oraciones, aunque entre los reparos estaba el impedimento de imitar a ministros de la religión católica, funcionarios del Estado y militares.
Tampoco se podían hacer burlas contra las condecoraciones otorgadas por el Gobierno y se establecieron otras disposiciones con un marcado tono racista que prohibían a las llamadas personas "de color" el derecho a disfrazarse y montar a caballo por las tres calles principales de la ciudad.
Asimismo, quedaba terminantemente prohibido portar armas de cualquier tipo; y quien infringiera esa medida era llevado a la entonces Real Cárcel, mientras que "proferir palabras deshonestas, picantes o que denigraran u ofendieran a persona alguna con canciones, acción o movimiento" le costaba al infractor 20 días de prisión.
Era de esperarse, por lo burdo de la broma, que resultaran desaciertos lanzar añil sobre un vestido blanco o arrancarle un collar del cuello a una mujer, entre otras de pésimo gusto.
La fiesta más popular de esta ciudad, el Santiago Espirituano, echó fuertes raíces, capaces de enfrentar los embates del tiempo y añejarse, como el buen vino, junto a la ciudad que la vio nacer y que pronto cumplirá cinco siglos de fundada.
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