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Raul Castro annuncia la fine della doppia moneta
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Re: Raul Castro annuncia la fine della doppia moneta
http://cafefuerte.com/cuba/8248-esta-cuba-preparada-para-eliminar-la-doble-moneda/
¿Está Cuba preparada para eliminar la doble moneda?
En lo que pudiera denominarse como la medida más compleja y difícil que ha emprendido la reforma del modelo económico cubano, el gobierno de Raúl Castro anunció finalmente que comenzará un proceso para terminar con la dualidad monetaria en el país.Se abre así una etapa de grandes expectativas acerca del futuro de la isla, sobre todo por el impacto que va a tener esta impostergable decisión en la economía y la sociedad cubanas.
La medida pretende terminar con un modo de vida que han llevado 11.2 millones de cubanos por casi 20 años: recibir salarios en una moneda desvalorada y tener que pagar los artículos para la sobrevivencia diaria en la moneda dura que traen los turistas o envían sus familiares residentes en el exterior.
El gobierno ha anunciado la medida como parte de un plan que se va a ejecutar escalonadamente y que responde a un cronograma que comenzará por el sector empresarial.
En una primera etapa, se prevé la elaboración de las propuestas de las normas jurídicas que van a sustentar el proceso. Además se realizará el diseño de los cambios de los sistemas informáticos encargados de los registros contables, y los ajustes en las normas de contabilidad para la implementación del nuevo sistema.
También está prevista para esta etapa la capacitación del personal que va a estar involucrado en las transformaciones, así como a los contadores que ejercen sus funciones en la estructura empresarial a todos los niveles.
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Incertidumbre al acecho
Sin embargo, el anuncio no pone plazos ni detalla las acciones del plan. En cambio, trata de suavizar el impacto del anuncio planteando que el proceso de unificación monetaria conservará intactos los ahorros de las personas en los bancos cubanos en las cuentas de pesos convertibles (CUC), otras divisas internacionales y el peso cubano (CUP). Asegura además que se continuará aplicando la política vigente de subsidios a precios minoristas y a personas donde sea necesario, en tanto lo requieran las condiciones económicas del país.
Ambos planteamientos resultan contradictorios, pues la unificación de la moneda implica que una de las dos va a ser eliminada. Por tanto, las cuentas bancarias en ese tipo de moneda sufrirán algún cambio en su traspaso a la moneda que se dejará vigente.
A la vez, para poder unificar la moneda los subsidios tienen que desaparecer o llevarse a una mínima expresión, lo cual constituye la prueba más dura del proceso anunciado. ¿Cómo va a enfrentar el gobierno el dilema de proteger a la población más vulnerable cuando se implemente el cambiazo?
La lista de subsidios es larga: el pago de la electricidad, los servicios de teléfono, de gas, el abasto de agua potable, y los productos que todavía sobreviven en la longeva libreta de abastecimientos. A esto hay que sumarle el transporte público, el sistema de educación a todos los niveles, el sistema de salud y la venta de medicamentos.
¿Están creadas las condiciones para eliminar o minimizar esta larga y complicada lista de subsidios? ¿Justifican acaso una decisión tan trascendental los resultados de las reformas hasta este momento? ¿Implementará el gobierno medidas aperturistas más profundas que permitan el desarrollo del sector privado y amortiguen las consecuencias inevitables de esta etapa?
Por el momento es una gran incógnita y tendremos que esperar por los próximos pasos para poder pulsar el alcance de la eliminación gradual de la dualidad monetaria.
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Nueva tasa de cambio a la vista
En la nota tampoco se habla de cómo se va a ajustar la tasa de cambio en el proceso, por lo que desde ya es previsible que se desate entre la población una fuerte cacería del dólar. La reacción inmediata va a ser que el dólar se cotizará dos ó tres pesos más alto en el mercado negro que en las casas de cambio popularmente conocidas como CADECAs.
Actualmente la tasa de cambio de la CADECA es de 25 CUP por 1 CUC. No es difícil prever que en pocos días o semanas el gobierno haga los primeros ajustes en el cambio de moneda como parte de la primera etapa. Esto permitiría medir el impacto que va teniendo el proceso en el mercado y en la sociedad, y trazar las pautas para las fases siguientes.
Por ejemplo, una rebaja de la tasa de cambio de 1 CUC a 18 CUP en la primera etapa de la unificación monetaria, podría disminuir el techo del cambio en el mercado negro y de cierta manera evitar una especulación temprana. Al mismo tiempo, subiría un poco el poder adquisitivo de los trabajadores, sobre todo si el Estado no sube los precios de los productos en las tiendas dolarizadas.
Serviría de algo el margen mínimo de un 240 por ciento que actualmente impone el gobierno en el precio de venta de los productos a la venta en el mercado minorista dolarizado. En el comienzo le daría cierta capacidad de maniobra para sacrificar ganancias y permitir elevar el poder adquisitivo de la población.
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Inversionistas en alerta
Si el impacto se sentirá con fuerza en la sociedad, también lo será en el accionar de los inversionistas radicados en la isla.
Al margen de la magnitud de los ajustes del proceso de unificación monetaria, las empresas extranjeras con inversiones en Cuba se verán golpeadas de una manera u otra. La ficha de costo de los productos de las empresas mixtas se afectarán con la disminución de la tasa de cambio, por lo que las ganancias de las nuevas producciones van a ser menores hasta tanto se estabilicen los ciclos productivos y se establezca una tasa de cambio definitiva.
En función de la reacción del mercado, la tasa de cambio podría sufrir sucesivos ajustes en el proceso.
No hay que pensar mucho para adelantar que las inversiones transcurrirán a un ritmo más lento o se congelarán hasta tanto el proceso de unificación monetaria no haya pasado las etapas más difíciles y complicadas. De hecho, el avance inversionista en Cuba se han visto disminuido en los últimos 10 años tras el cierre de casi dos centenares de empresas mixtas, el corralito financiero ocurrido a finales del 2008 (prolongado hasta comienzos del 2010), y la cruzada contra la corrupción orquestada por el gobierno de Raúl Castro por los últimos cuatro años.
De esta forma, los esfuerzos que realiza el gobierno por atraer una nueva ola de inversionistas con el lanzamiento de la nueva zona franca del Mariel, se van a ver sensiblemente impactados. La incertidumbre de la unificación de las dos monedas constituye un elemento que, de inmediato, tiene un efecto retardador para las inversiones extranjeras.
Así las cosas, el proceso de actualización del modelo económico cubano ha entrado en su fase más complicada y vulnerable. Por el bien de todos los cubanos de a pie, esperemos que la transición sea benévola y no se convierta en una terapia de choque de incalculables consecuencias.
¿Está Cuba preparada para eliminar la doble moneda?
En lo que pudiera denominarse como la medida más compleja y difícil que ha emprendido la reforma del modelo económico cubano, el gobierno de Raúl Castro anunció finalmente que comenzará un proceso para terminar con la dualidad monetaria en el país.Se abre así una etapa de grandes expectativas acerca del futuro de la isla, sobre todo por el impacto que va a tener esta impostergable decisión en la economía y la sociedad cubanas.
La medida pretende terminar con un modo de vida que han llevado 11.2 millones de cubanos por casi 20 años: recibir salarios en una moneda desvalorada y tener que pagar los artículos para la sobrevivencia diaria en la moneda dura que traen los turistas o envían sus familiares residentes en el exterior.
El gobierno ha anunciado la medida como parte de un plan que se va a ejecutar escalonadamente y que responde a un cronograma que comenzará por el sector empresarial.
En una primera etapa, se prevé la elaboración de las propuestas de las normas jurídicas que van a sustentar el proceso. Además se realizará el diseño de los cambios de los sistemas informáticos encargados de los registros contables, y los ajustes en las normas de contabilidad para la implementación del nuevo sistema.
También está prevista para esta etapa la capacitación del personal que va a estar involucrado en las transformaciones, así como a los contadores que ejercen sus funciones en la estructura empresarial a todos los niveles.
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Incertidumbre al acecho
Sin embargo, el anuncio no pone plazos ni detalla las acciones del plan. En cambio, trata de suavizar el impacto del anuncio planteando que el proceso de unificación monetaria conservará intactos los ahorros de las personas en los bancos cubanos en las cuentas de pesos convertibles (CUC), otras divisas internacionales y el peso cubano (CUP). Asegura además que se continuará aplicando la política vigente de subsidios a precios minoristas y a personas donde sea necesario, en tanto lo requieran las condiciones económicas del país.
Ambos planteamientos resultan contradictorios, pues la unificación de la moneda implica que una de las dos va a ser eliminada. Por tanto, las cuentas bancarias en ese tipo de moneda sufrirán algún cambio en su traspaso a la moneda que se dejará vigente.
A la vez, para poder unificar la moneda los subsidios tienen que desaparecer o llevarse a una mínima expresión, lo cual constituye la prueba más dura del proceso anunciado. ¿Cómo va a enfrentar el gobierno el dilema de proteger a la población más vulnerable cuando se implemente el cambiazo?
La lista de subsidios es larga: el pago de la electricidad, los servicios de teléfono, de gas, el abasto de agua potable, y los productos que todavía sobreviven en la longeva libreta de abastecimientos. A esto hay que sumarle el transporte público, el sistema de educación a todos los niveles, el sistema de salud y la venta de medicamentos.
¿Están creadas las condiciones para eliminar o minimizar esta larga y complicada lista de subsidios? ¿Justifican acaso una decisión tan trascendental los resultados de las reformas hasta este momento? ¿Implementará el gobierno medidas aperturistas más profundas que permitan el desarrollo del sector privado y amortiguen las consecuencias inevitables de esta etapa?
Por el momento es una gran incógnita y tendremos que esperar por los próximos pasos para poder pulsar el alcance de la eliminación gradual de la dualidad monetaria.
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Nueva tasa de cambio a la vista
En la nota tampoco se habla de cómo se va a ajustar la tasa de cambio en el proceso, por lo que desde ya es previsible que se desate entre la población una fuerte cacería del dólar. La reacción inmediata va a ser que el dólar se cotizará dos ó tres pesos más alto en el mercado negro que en las casas de cambio popularmente conocidas como CADECAs.
Actualmente la tasa de cambio de la CADECA es de 25 CUP por 1 CUC. No es difícil prever que en pocos días o semanas el gobierno haga los primeros ajustes en el cambio de moneda como parte de la primera etapa. Esto permitiría medir el impacto que va teniendo el proceso en el mercado y en la sociedad, y trazar las pautas para las fases siguientes.
Por ejemplo, una rebaja de la tasa de cambio de 1 CUC a 18 CUP en la primera etapa de la unificación monetaria, podría disminuir el techo del cambio en el mercado negro y de cierta manera evitar una especulación temprana. Al mismo tiempo, subiría un poco el poder adquisitivo de los trabajadores, sobre todo si el Estado no sube los precios de los productos en las tiendas dolarizadas.
Serviría de algo el margen mínimo de un 240 por ciento que actualmente impone el gobierno en el precio de venta de los productos a la venta en el mercado minorista dolarizado. En el comienzo le daría cierta capacidad de maniobra para sacrificar ganancias y permitir elevar el poder adquisitivo de la población.
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Inversionistas en alerta
Si el impacto se sentirá con fuerza en la sociedad, también lo será en el accionar de los inversionistas radicados en la isla.
Al margen de la magnitud de los ajustes del proceso de unificación monetaria, las empresas extranjeras con inversiones en Cuba se verán golpeadas de una manera u otra. La ficha de costo de los productos de las empresas mixtas se afectarán con la disminución de la tasa de cambio, por lo que las ganancias de las nuevas producciones van a ser menores hasta tanto se estabilicen los ciclos productivos y se establezca una tasa de cambio definitiva.
En función de la reacción del mercado, la tasa de cambio podría sufrir sucesivos ajustes en el proceso.
No hay que pensar mucho para adelantar que las inversiones transcurrirán a un ritmo más lento o se congelarán hasta tanto el proceso de unificación monetaria no haya pasado las etapas más difíciles y complicadas. De hecho, el avance inversionista en Cuba se han visto disminuido en los últimos 10 años tras el cierre de casi dos centenares de empresas mixtas, el corralito financiero ocurrido a finales del 2008 (prolongado hasta comienzos del 2010), y la cruzada contra la corrupción orquestada por el gobierno de Raúl Castro por los últimos cuatro años.
De esta forma, los esfuerzos que realiza el gobierno por atraer una nueva ola de inversionistas con el lanzamiento de la nueva zona franca del Mariel, se van a ver sensiblemente impactados. La incertidumbre de la unificación de las dos monedas constituye un elemento que, de inmediato, tiene un efecto retardador para las inversiones extranjeras.
Así las cosas, el proceso de actualización del modelo económico cubano ha entrado en su fase más complicada y vulnerable. Por el bien de todos los cubanos de a pie, esperemos que la transición sea benévola y no se convierta en una terapia de choque de incalculables consecuencias.
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Re: Raul Castro annuncia la fine della doppia moneta
http://www.cubanet.org/articulos/cuba-estremecida-por-rumores-sobre-unificacion-monetaria/
Cuba estremecida por rumores sobre unificación monetaria
-La Nota Oficial aparecida en el periódico Granma este martes 22 de octubre acerca de la puesta en vigor de un cronograma de ejecución con vistas a la unificación monetaria, desató todo tipo de rumores, esos que, al decir de algunos, circulan más rápido que las noticias del Partido Comunista.
Pero no era para tanto. No se produjo ningún cambio de importancia en la cotización de ambas monedas y, por tanto, los agobiados cubanos que dependen de un salario promedio en moneda nacional (unos 445 pesos), seguirán “con la soga al cuello” para adquirir los productos que se venden en CUC o pesos convertibles, con el tipo de cambio inamovible de 1 CUC=25 pesos cubanos. Sin embargo, fue inevitable que, ante un tema tan sensible, afloraran los más disímiles comentarios desde las primeras horas de la mañana de ese martes.
Casi todas las personas opinan que sobrevendrá un fortalecimiento paulatino del peso cubano, hasta que se logre la paridad de ambas monedas y desaparezca finalmente el CUC. Algunos de esos criterios coinciden en que, al cabo de varios meses, el tipo de cambio podía estar en el entorno de 1 CUC=20 pesos cubanos.
Siguiendo el razonamiento anterior, un vecino de mi edificio comentó que podría producirse cierta presión sobre las casas de cambio de moneda (CADECAS), debido a que las personas intentarían deshacerse gradualmente de los CUC. Y hacerlo ahora, cuando todavía se mantiene el tipo de cambio citado de 1=25.
Una especulación diametralmente opuesta brotó de labios de un trabajador por cuenta propia que se aprestaba a iniciar sus labores. Él expresó que podría tratarse de una trampa del gobierno para recoger el dinero circulante, y darles un golpe mortal a los nuevos “macetas”. Según el cuentapropista, se va a crear una tercera moneda, que será la que prevalecerá, y hacia la cual tendrán que ser cambiados todos los pesos cubanos y los CUC. Pero ese cambio tendría un límite máximo, y lo que exceda de esa cifra se perdería para sus propietarios. Sería una especie de castigo para aquellos que han vendido sus viviendas a precios astronómicos con tal de abandonar el país.
Sea de una u otra manera, decidí comprobar, 24 horas después de aparecida la Nota Oficial, el ánimo de la población que aguardaba a la entrada de varias CADECAS de la capital. Aparentemente reinaba la tranquilidad, y las colas de las personas tenían el largo habitual en las casas de cambio del edificio Focsa, la calle 23 frente al Coppelia, y la Terminal de Ómnibus Nacionales. En este último sitio marqué en la cola para realizar una operación cambiaria y así poder indagar con las cajeras.
Las dos o tres personas con las que pude conversar admitieron no entender cabalmente el contenido de la Nota aparecida en Granma, pero aprecié en ellos cierto temor por lo que pudiera pasar. Y uno de mis compañeros de cola, el de más edad, no ocultó su desconfianza hacia las autoridades, y recordó lo sucedido con el cambio de moneda en los años 60, cuando hubo personas que fueron despojadas de buena parte de sus ahorros. La cajera que me atendió, por su parte, reconoció que el martes en la mañana hubo cierta insistencia de las personas en adquirir pesos cubanos. Mas el día de mi visita, el miércoles, el flujo cambiario había recobrado la normalidad.
Al departir con algunos colegas trascendió un punto de vista interesante. Esto podría tratarse de una maniobra mediática del gobierno para calmar la ansiedad de muchos ilusos, que piensan que con el fin de la dualidad monetaria se acabarán los problemas económicos del país. Los gobernantes contemplaron la unificación monetaria en los Lineamientos del Partido. Pero ahora no saben cómo ni cuándo hacerlo adecuadamente. Entonces, al menos, estarían ganando tiempo con el famoso cronograma de ejecución.
Cuba estremecida por rumores sobre unificación monetaria
-La Nota Oficial aparecida en el periódico Granma este martes 22 de octubre acerca de la puesta en vigor de un cronograma de ejecución con vistas a la unificación monetaria, desató todo tipo de rumores, esos que, al decir de algunos, circulan más rápido que las noticias del Partido Comunista.
Pero no era para tanto. No se produjo ningún cambio de importancia en la cotización de ambas monedas y, por tanto, los agobiados cubanos que dependen de un salario promedio en moneda nacional (unos 445 pesos), seguirán “con la soga al cuello” para adquirir los productos que se venden en CUC o pesos convertibles, con el tipo de cambio inamovible de 1 CUC=25 pesos cubanos. Sin embargo, fue inevitable que, ante un tema tan sensible, afloraran los más disímiles comentarios desde las primeras horas de la mañana de ese martes.
Casi todas las personas opinan que sobrevendrá un fortalecimiento paulatino del peso cubano, hasta que se logre la paridad de ambas monedas y desaparezca finalmente el CUC. Algunos de esos criterios coinciden en que, al cabo de varios meses, el tipo de cambio podía estar en el entorno de 1 CUC=20 pesos cubanos.
Siguiendo el razonamiento anterior, un vecino de mi edificio comentó que podría producirse cierta presión sobre las casas de cambio de moneda (CADECAS), debido a que las personas intentarían deshacerse gradualmente de los CUC. Y hacerlo ahora, cuando todavía se mantiene el tipo de cambio citado de 1=25.
Una especulación diametralmente opuesta brotó de labios de un trabajador por cuenta propia que se aprestaba a iniciar sus labores. Él expresó que podría tratarse de una trampa del gobierno para recoger el dinero circulante, y darles un golpe mortal a los nuevos “macetas”. Según el cuentapropista, se va a crear una tercera moneda, que será la que prevalecerá, y hacia la cual tendrán que ser cambiados todos los pesos cubanos y los CUC. Pero ese cambio tendría un límite máximo, y lo que exceda de esa cifra se perdería para sus propietarios. Sería una especie de castigo para aquellos que han vendido sus viviendas a precios astronómicos con tal de abandonar el país.
Sea de una u otra manera, decidí comprobar, 24 horas después de aparecida la Nota Oficial, el ánimo de la población que aguardaba a la entrada de varias CADECAS de la capital. Aparentemente reinaba la tranquilidad, y las colas de las personas tenían el largo habitual en las casas de cambio del edificio Focsa, la calle 23 frente al Coppelia, y la Terminal de Ómnibus Nacionales. En este último sitio marqué en la cola para realizar una operación cambiaria y así poder indagar con las cajeras.
Las dos o tres personas con las que pude conversar admitieron no entender cabalmente el contenido de la Nota aparecida en Granma, pero aprecié en ellos cierto temor por lo que pudiera pasar. Y uno de mis compañeros de cola, el de más edad, no ocultó su desconfianza hacia las autoridades, y recordó lo sucedido con el cambio de moneda en los años 60, cuando hubo personas que fueron despojadas de buena parte de sus ahorros. La cajera que me atendió, por su parte, reconoció que el martes en la mañana hubo cierta insistencia de las personas en adquirir pesos cubanos. Mas el día de mi visita, el miércoles, el flujo cambiario había recobrado la normalidad.
Al departir con algunos colegas trascendió un punto de vista interesante. Esto podría tratarse de una maniobra mediática del gobierno para calmar la ansiedad de muchos ilusos, que piensan que con el fin de la dualidad monetaria se acabarán los problemas económicos del país. Los gobernantes contemplaron la unificación monetaria en los Lineamientos del Partido. Pero ahora no saben cómo ni cuándo hacerlo adecuadamente. Entonces, al menos, estarían ganando tiempo con el famoso cronograma de ejecución.
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Re: Raul Castro annuncia la fine della doppia moneta
http://www.cubanet.org/?p=51767
La moneda única o el champú de Zumbado
- En uno de aquellos relatos del humorista Héctor Zumbado – alguien que, aún perteneciendo a una generación mayoritariamente crédula, no dejaba de plantear contradicciones álgidas del sistema, en clave de chiste – aparece un personaje que decía haber encontrado la solución para el ahorro de champú. El contenido de un pomo lo convertía en dos pomos, mezclando con agua a partes iguales. Su ingenio innovador y racionalizador le había permitido economizar el preciado champú de la cuota, y si la misma cantidad antes le duraba un mes y quince días, ahora le duraba ¡un mes y dos semanas!… Porque en vez de “un poquito” que se echaba en la cabeza, ahora debía echarse “dos poquitos”. “Y estaba de lo más contento”, decía la última línea del relato.
Zumbado, quizá sin saberlo, dejaba por escrito un precepto básico de la filosofía socialista y “revolucionaria”: la ridiculez del esfuerzo humano frente a una maquinaria socioeconómica estéril.
La ya anunciada, aunque sin demasiados detalles, unificación del CUC y el CUP – que sería algo así como la simbiosis del príncipe y el mendigo en términos monetarios – deja demasiadas dudas flotantes en torno al futuro financiero de intramuros. Como en el relato de Zumbado, parece ser que se avecina un gran cambio, positivo y reformador en apariencia, y que en la práctica no va a hacer más diferencia que aquel cambio de “un mes y quince días” por “un mes y dos semanas”.
El gobierno, no obstante, está haciendo conveniente uso, para sus fines propagandísticos, de una de las ansias populares que más tiempo llevan en la palestra. La gente desde hace mucho tiempo que está harta de la doble moneda, humillada por la diferencia entre el salario que recibe en el ultra devaluado CUP y el producto que tiene que comprar en el astronómico CUC.
La anticipación
A los efectos de la publicidad internacional, el cambio parece ser tan refrescante como el de la eliminación de los permisos de entrada y salida. Al principio se ofrece la idea vaga de que se eliminan restricciones para bien de los ciudadanos, muy útil para mantener la fachada internacional de legitimidad; luego pasan meses, o años, antes de que el grueso de la opinión mundial descubra que sólo se trató de una maniobra pueril en función de la imagen.
Así como la movilidad de las entradas y salidas aduanales, aún con cierta – y selectiva – relajación, siguió bajo estricto control del estado a través de la “habilitación” del pasaporte, ya nos tocará comprobar cómo la eliminación de la doble moneda no va a representar más que una estrategia publicitaria destinada a revitalizar el rostro ajado del castrismo y para, ¡cómo no!, mostrar al mundo que las reformas raulistas van en serio, que se cambiará todo aquello que deba ser cambiado, sin “secretismos” y sin reparar en las posibles consecuencias.
La estructura económica cubana, improductiva, dependiente de la caridad internacional y siempre empecinada en un centralismo que poda, obsesivamente y de manera sistemática, cualquier espíritu emprendedor, seguirá siendo la misma aún cuando la doble moneda se vuelva una sola. El valor de la moneda cubana no se va a elevar, sino todo lo contrario: la inflación, que desde hace décadas existe de forma congénita aunque disfrazada con una divisa artificial, se hará más visible y palpable.
El salario del trabajador seguirá devaluado, y sólo habrá de cambiar el hecho de que, si antes necesitaba 3 CUCs para comprar una botella de aceite vegetal, ahora tendrá que pagar 75 CUPs para poder freír los plátanos. Si antes necesitaba 25 mil CUCs para comprar un Chevrolet “Pisicorre” del año 52, ahora necesitará 625 mil CUPs para poder tenerlo.
O sea, que estamos como aquel personaje de Zumbado: “¡De lo más contentos!”.
La moneda única o el champú de Zumbado
- En uno de aquellos relatos del humorista Héctor Zumbado – alguien que, aún perteneciendo a una generación mayoritariamente crédula, no dejaba de plantear contradicciones álgidas del sistema, en clave de chiste – aparece un personaje que decía haber encontrado la solución para el ahorro de champú. El contenido de un pomo lo convertía en dos pomos, mezclando con agua a partes iguales. Su ingenio innovador y racionalizador le había permitido economizar el preciado champú de la cuota, y si la misma cantidad antes le duraba un mes y quince días, ahora le duraba ¡un mes y dos semanas!… Porque en vez de “un poquito” que se echaba en la cabeza, ahora debía echarse “dos poquitos”. “Y estaba de lo más contento”, decía la última línea del relato.
Zumbado, quizá sin saberlo, dejaba por escrito un precepto básico de la filosofía socialista y “revolucionaria”: la ridiculez del esfuerzo humano frente a una maquinaria socioeconómica estéril.
La ya anunciada, aunque sin demasiados detalles, unificación del CUC y el CUP – que sería algo así como la simbiosis del príncipe y el mendigo en términos monetarios – deja demasiadas dudas flotantes en torno al futuro financiero de intramuros. Como en el relato de Zumbado, parece ser que se avecina un gran cambio, positivo y reformador en apariencia, y que en la práctica no va a hacer más diferencia que aquel cambio de “un mes y quince días” por “un mes y dos semanas”.
El gobierno, no obstante, está haciendo conveniente uso, para sus fines propagandísticos, de una de las ansias populares que más tiempo llevan en la palestra. La gente desde hace mucho tiempo que está harta de la doble moneda, humillada por la diferencia entre el salario que recibe en el ultra devaluado CUP y el producto que tiene que comprar en el astronómico CUC.
La anticipación
A los efectos de la publicidad internacional, el cambio parece ser tan refrescante como el de la eliminación de los permisos de entrada y salida. Al principio se ofrece la idea vaga de que se eliminan restricciones para bien de los ciudadanos, muy útil para mantener la fachada internacional de legitimidad; luego pasan meses, o años, antes de que el grueso de la opinión mundial descubra que sólo se trató de una maniobra pueril en función de la imagen.
Así como la movilidad de las entradas y salidas aduanales, aún con cierta – y selectiva – relajación, siguió bajo estricto control del estado a través de la “habilitación” del pasaporte, ya nos tocará comprobar cómo la eliminación de la doble moneda no va a representar más que una estrategia publicitaria destinada a revitalizar el rostro ajado del castrismo y para, ¡cómo no!, mostrar al mundo que las reformas raulistas van en serio, que se cambiará todo aquello que deba ser cambiado, sin “secretismos” y sin reparar en las posibles consecuencias.
La estructura económica cubana, improductiva, dependiente de la caridad internacional y siempre empecinada en un centralismo que poda, obsesivamente y de manera sistemática, cualquier espíritu emprendedor, seguirá siendo la misma aún cuando la doble moneda se vuelva una sola. El valor de la moneda cubana no se va a elevar, sino todo lo contrario: la inflación, que desde hace décadas existe de forma congénita aunque disfrazada con una divisa artificial, se hará más visible y palpable.
El salario del trabajador seguirá devaluado, y sólo habrá de cambiar el hecho de que, si antes necesitaba 3 CUCs para comprar una botella de aceite vegetal, ahora tendrá que pagar 75 CUPs para poder freír los plátanos. Si antes necesitaba 25 mil CUCs para comprar un Chevrolet “Pisicorre” del año 52, ahora necesitará 625 mil CUPs para poder tenerlo.
O sea, que estamos como aquel personaje de Zumbado: “¡De lo más contentos!”.
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Re: Raul Castro annuncia la fine della doppia moneta
http://www.diariodecuba.com/cuba/1382519232_5619.html
Unificación monetaria o precios descontrolados
Lo que interesa a los cubanos es que precios y salarios se ajusten a una situación de equilibrio, algo imposible en una economía quebrada e improductiva.
El problema de la unificación monetaria es importante. No tanto por su complejidad sino por los efectos que, sin duda, va a generar. Las autoridades lo saben. Por ello, ni se comprometen en los plazos, ni aclaran cuál va a ser el cronograma, y anuncian la medida como parte de un nuevo proceso experimental cuyo desenlace no es conocido.
Son conscientes de las notables desigualdades que se han producido por el acceso diferente que tienen los distintos colectivos de la sociedad a la moneda en la que prácticamente todo se puede conseguir, el CUC. Los cubanos que solo obtienen sus ingresos en pesos cubanos, CUP, tienen muchas dificultades para llegar a fin de mes. Con el cambio fijado en 1 por 24. Y aunque la canasta de bienes subvencionados, la antigua libreta de racionamiento, se mantiene a duras penas, cada vez es mayor el número de productos y servicios que solo se pueden adquirir con la moneda convertible a unos precios también muy superiores. Eso, aunque no se quiera reconocer, supone desigualdades, si bien es cierto que el origen de éstas es mucho más complejo.
Desde la implantación del CUC y su auge en la Isla, las diferencias entre los precios de los bienes y servicios valorados en CUC en el mercado en que prácticamente todo se puede conseguir, y los productos escasos y de mala calidad subsidiados por el Estado, no han hecho más que aumentar. No existe una medida rigurosa de la inflación en la economía castrista por ello. Al existir dos áreas distintas para el comprador, no hay forma de determinar un índice general de precios de bienes de consumo. Las autoridades ofrecen cada año unas estimaciones relativas a los precios en el área subsidiada de la economía, que ya no se corresponden con la realidad.
Algunos ejemplos confirman la incidencia de la doble moneda en el día a día de los cubanos. Por ejemplo, el precio de una botella de aceite en una tienda en la que aceptan el pago en divisas cuesta entre 2 y 3 CUC (2 y 3 dólares). Esto supone que el cubano que solo obtiene ingresos en CUP debe reunir entre 48 y 72 CUP para poder comprar esa misma botella (teniendo en cuenta que el salario medio de los cubanos ronda los 450 CUP al mes, dedicaría casi el 15% de sus ingresos a la compra de la botella de aceite). Casi imposible. Con el CUP no se puede comprar prácticamente nada. Con el CUC se puede conseguir todo. Esa percepción es muy negativa y las autoridades se tienen que empeñar en la corrección de esa imagen negativa.
Las diferencias son asombrosas y no admiten comparación. El precio medio de la compra por la libreta de racionamiento para una familia de cuatro personas cuesta unos 25 pesos cubanos (1 dólar) y alcanza, a duras penas, para una semana. La realidad es que la canasta de productos subsidiados es cada vez más reducida e impide cubrir todas las necesidades de las familias. Una situación estructural en la economía castrista desde que se implantó la nefasta libreta a comienzos de los años 60.
La conclusión es que la familia promedio no puede mantenerse con ese nivel de bienes subsidiados (que por otra parte paga indirectamente con su salario, habida cuenta que su empresario es el Estado que de un modo u otro le recompensa por esa vía de compra racionada para no pagar sueldos más elevados) y se ve obligada a completar sus compras en los mercados en divisas. Mientras que las familias en el exterior envían remesas, los problemas se pueden ir superando con dificultades. Pero los cubanos que no tienen esa vía de ingresos externos, o se acercan a empleos en el área de la moneda fuerte, o se deben ajustar a lo que el estado castrista suministra a bajo precio.
Esta fórmula podría servir en aquellos años en que la economía castrista recibía una generosa ayuda procedente de la URSS, ya que entonces el Estado podía destinar los ingresos recibidos a cualquier fin o prioridad. Pero aquellos tiempos tocaron a su fin, y la economía nacional carece de fuentes de obtención de ingresos en la economía global. Su insuficiencia financiera se ha convertido en un problema estructural al que las autoridades no prestan la debida atención ni implementan las medidas más adecuadas.
Las reformas en la agricultura con la entrega de tierras, que tenían como objetivo conseguir la producción de alimentos para la población, no han servido para poner fin al elevado coste anual que para el régimen supone el subsidio de los alimentos importados, que según estimaciones oficiales se sitúa en torno a unos mil millones de dólares anuales. Se da la paradoja que más del 80% de los alimentos consumidos en la libreta de racionamiento procede del exterior. Una factura que el régimen ya no puede pagar, en tanto que los precios de los productos que se venden en los mercados en divisas aumentan de forma continua, lo que suscita no pocas críticas.
El caso es que las desigualdades en el país son evidentes porque cada vez son menos los productos que se pagan en pesos cubanos y más los que se ofertan en CUC a precios casi imposibles para la mayoría de los bolsillos.
Por ello, a los cubanos la cuestión de la unión monetaria les interesa, pero lo que realmente quieren es que los precios y los salarios se ajusten a una situación de equilibrio. Los que solo obtienen ingresos en CUP quieren que los precios en los mercados en moneda convertible bajen de los actuales niveles. Si la unificación dejase los actuales precios —como el de la botella de aceite antes citado— inalterados, la gravedad de la situación sería alarmante.
La alternativa, una subida salarial, exigiría una transformación estructural de la economía, con una participación mayoritaria de la propiedad privada en el conjunto de las actividades productivas y retribuciones acordes a los niveles de productividad del trabajo.
Como esta posibilidad no entra en los diseños de la denominada "actualización del socialismo", la alternativa debe ser influir sobre los precios para que no aumenten. Y para ello, se requieren medidas mucho más efectivas que las adoptadas en los Lineamientos, medidas que liberalicen el potencial productivo del país provocando un aumento generalizado de la oferta en los mercados. Pero este es otro tema.
Unificación monetaria o precios descontrolados
Lo que interesa a los cubanos es que precios y salarios se ajusten a una situación de equilibrio, algo imposible en una economía quebrada e improductiva.
El problema de la unificación monetaria es importante. No tanto por su complejidad sino por los efectos que, sin duda, va a generar. Las autoridades lo saben. Por ello, ni se comprometen en los plazos, ni aclaran cuál va a ser el cronograma, y anuncian la medida como parte de un nuevo proceso experimental cuyo desenlace no es conocido.
Son conscientes de las notables desigualdades que se han producido por el acceso diferente que tienen los distintos colectivos de la sociedad a la moneda en la que prácticamente todo se puede conseguir, el CUC. Los cubanos que solo obtienen sus ingresos en pesos cubanos, CUP, tienen muchas dificultades para llegar a fin de mes. Con el cambio fijado en 1 por 24. Y aunque la canasta de bienes subvencionados, la antigua libreta de racionamiento, se mantiene a duras penas, cada vez es mayor el número de productos y servicios que solo se pueden adquirir con la moneda convertible a unos precios también muy superiores. Eso, aunque no se quiera reconocer, supone desigualdades, si bien es cierto que el origen de éstas es mucho más complejo.
Desde la implantación del CUC y su auge en la Isla, las diferencias entre los precios de los bienes y servicios valorados en CUC en el mercado en que prácticamente todo se puede conseguir, y los productos escasos y de mala calidad subsidiados por el Estado, no han hecho más que aumentar. No existe una medida rigurosa de la inflación en la economía castrista por ello. Al existir dos áreas distintas para el comprador, no hay forma de determinar un índice general de precios de bienes de consumo. Las autoridades ofrecen cada año unas estimaciones relativas a los precios en el área subsidiada de la economía, que ya no se corresponden con la realidad.
Algunos ejemplos confirman la incidencia de la doble moneda en el día a día de los cubanos. Por ejemplo, el precio de una botella de aceite en una tienda en la que aceptan el pago en divisas cuesta entre 2 y 3 CUC (2 y 3 dólares). Esto supone que el cubano que solo obtiene ingresos en CUP debe reunir entre 48 y 72 CUP para poder comprar esa misma botella (teniendo en cuenta que el salario medio de los cubanos ronda los 450 CUP al mes, dedicaría casi el 15% de sus ingresos a la compra de la botella de aceite). Casi imposible. Con el CUP no se puede comprar prácticamente nada. Con el CUC se puede conseguir todo. Esa percepción es muy negativa y las autoridades se tienen que empeñar en la corrección de esa imagen negativa.
Las diferencias son asombrosas y no admiten comparación. El precio medio de la compra por la libreta de racionamiento para una familia de cuatro personas cuesta unos 25 pesos cubanos (1 dólar) y alcanza, a duras penas, para una semana. La realidad es que la canasta de productos subsidiados es cada vez más reducida e impide cubrir todas las necesidades de las familias. Una situación estructural en la economía castrista desde que se implantó la nefasta libreta a comienzos de los años 60.
La conclusión es que la familia promedio no puede mantenerse con ese nivel de bienes subsidiados (que por otra parte paga indirectamente con su salario, habida cuenta que su empresario es el Estado que de un modo u otro le recompensa por esa vía de compra racionada para no pagar sueldos más elevados) y se ve obligada a completar sus compras en los mercados en divisas. Mientras que las familias en el exterior envían remesas, los problemas se pueden ir superando con dificultades. Pero los cubanos que no tienen esa vía de ingresos externos, o se acercan a empleos en el área de la moneda fuerte, o se deben ajustar a lo que el estado castrista suministra a bajo precio.
Esta fórmula podría servir en aquellos años en que la economía castrista recibía una generosa ayuda procedente de la URSS, ya que entonces el Estado podía destinar los ingresos recibidos a cualquier fin o prioridad. Pero aquellos tiempos tocaron a su fin, y la economía nacional carece de fuentes de obtención de ingresos en la economía global. Su insuficiencia financiera se ha convertido en un problema estructural al que las autoridades no prestan la debida atención ni implementan las medidas más adecuadas.
Las reformas en la agricultura con la entrega de tierras, que tenían como objetivo conseguir la producción de alimentos para la población, no han servido para poner fin al elevado coste anual que para el régimen supone el subsidio de los alimentos importados, que según estimaciones oficiales se sitúa en torno a unos mil millones de dólares anuales. Se da la paradoja que más del 80% de los alimentos consumidos en la libreta de racionamiento procede del exterior. Una factura que el régimen ya no puede pagar, en tanto que los precios de los productos que se venden en los mercados en divisas aumentan de forma continua, lo que suscita no pocas críticas.
El caso es que las desigualdades en el país son evidentes porque cada vez son menos los productos que se pagan en pesos cubanos y más los que se ofertan en CUC a precios casi imposibles para la mayoría de los bolsillos.
Por ello, a los cubanos la cuestión de la unión monetaria les interesa, pero lo que realmente quieren es que los precios y los salarios se ajusten a una situación de equilibrio. Los que solo obtienen ingresos en CUP quieren que los precios en los mercados en moneda convertible bajen de los actuales niveles. Si la unificación dejase los actuales precios —como el de la botella de aceite antes citado— inalterados, la gravedad de la situación sería alarmante.
La alternativa, una subida salarial, exigiría una transformación estructural de la economía, con una participación mayoritaria de la propiedad privada en el conjunto de las actividades productivas y retribuciones acordes a los niveles de productividad del trabajo.
Como esta posibilidad no entra en los diseños de la denominada "actualización del socialismo", la alternativa debe ser influir sobre los precios para que no aumenten. Y para ello, se requieren medidas mucho más efectivas que las adoptadas en los Lineamientos, medidas que liberalicen el potencial productivo del país provocando un aumento generalizado de la oferta en los mercados. Pero este es otro tema.
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Re: Raul Castro annuncia la fine della doppia moneta
http://www.cubanet.org/opiniones/el-fin-de-la-doble-moneda-otro-globo-de-cantoya/
El fin de la doble moneda, otro globo de Cantoya
-El mismo personaje gris que en el 2008 anunció lo del famoso vaso de leche para los ancianos y que a esta altura sigue como Matias Pérez, sin aparecer en la dieta de los cubanos, ahora suelta a boca de jarro que mandará al paredón de fusilamiento la doble moneda. O sea, según sus nuevas promesas, el actual timonel del régimen castrista volverá a poner en circulación una sola moneda, y acabará con la dicotomía monetaria del peso y el cuc.
Si algo le sobra a los hermanos Castro es la falta de escrúpulos a la hora de mentir. La cubana es una economía dolarizada y muchos productos básico como el pollo, el aceite o la ropa, se venden en la isla a precios más caros que en los propios EEUU, donde el salario mínimo supera los 7,50 dólares la hora.
El salario promedio de los trabajadores en la isla ronda los 13 o 14 dólares al mes. Así tenemos que dos kilogramos de pollo o carne de puerco, dos libras de aceite vegetal, un paquetico de dos libras de detergente, dos cervezas y una cajetilla de cigarros factura el salario que perciben en un mes muchísimos trabajadores. A pesar de ese pauperrimo nivel adquisitivo, las tiendas adolecen del suministro de productos hasta de los más esenciales, y a veces en los establecimiento de venta a la poblaciónno no se encuentran productos como las frazadas de piso, sal o huevos.
Ahora supongamos que se eliminan los cuc y que todos los productos se empezaran a comercializar en pesos, entonces una pastilla de jabón costaría entre 25 o 30 pesos, casi el doble de lo que gana un trabajador al día. Si desaparece el peso y se mantienen los cuc, entonces el salario de muchos trabajadores pasaría a ser oficialmente 13 o 14 cuc al mes.
La otra variante que queda es eliminar ambas e imprimir otra moneda distinta que sería el resultado del aumento del valor del peso y la disminución del valor del cuc. Esto pareciera muy lógico y ajustado pero traería algunos problemitas. Implicaría incrementar al doble o al triple el poder adquisitivo de los 5 millones de trabajadores y, por tanto, en cuestión de horas colapsaría el abasto de los escasos productos existentes en las tiendas del país. Ese incremento de la capacidad de compra del pueblo se vincularía a una disminución de lo que ingresa el gobierno por concepto de ventas, pues al apreciar la moneda y elevar el poder adquisitivo del dinero, el valor de sus mercancías se estaría depreciando, ya que se estaría vendiendo al mismo precio que en la actualidad.
Es más que conocido que la carencia de productos que afronta de modo crónico el gobierno es resultado de su insolvencia económica que le imposibilita importarlos. Y tampoco cuenta con la posibilidad de créditos, pues le debe a las 11 mil vírgenes y cada día está más ahogado en su descalabro financiero.
Se puede concluir que unificar ambas monedas no es posible a través de una medida política, sino que depende 100% de un basamento económico del que carecen los Castro. Solo sería posible con un nivel de productividad y un desarrollo económico que respalde esa acción. Lo demás es cuento de camino y titulares de la prensa amarilla que de cualquier maya saca un ratón.
El fin de la doble moneda, otro globo de Cantoya
-El mismo personaje gris que en el 2008 anunció lo del famoso vaso de leche para los ancianos y que a esta altura sigue como Matias Pérez, sin aparecer en la dieta de los cubanos, ahora suelta a boca de jarro que mandará al paredón de fusilamiento la doble moneda. O sea, según sus nuevas promesas, el actual timonel del régimen castrista volverá a poner en circulación una sola moneda, y acabará con la dicotomía monetaria del peso y el cuc.
Si algo le sobra a los hermanos Castro es la falta de escrúpulos a la hora de mentir. La cubana es una economía dolarizada y muchos productos básico como el pollo, el aceite o la ropa, se venden en la isla a precios más caros que en los propios EEUU, donde el salario mínimo supera los 7,50 dólares la hora.
El salario promedio de los trabajadores en la isla ronda los 13 o 14 dólares al mes. Así tenemos que dos kilogramos de pollo o carne de puerco, dos libras de aceite vegetal, un paquetico de dos libras de detergente, dos cervezas y una cajetilla de cigarros factura el salario que perciben en un mes muchísimos trabajadores. A pesar de ese pauperrimo nivel adquisitivo, las tiendas adolecen del suministro de productos hasta de los más esenciales, y a veces en los establecimiento de venta a la poblaciónno no se encuentran productos como las frazadas de piso, sal o huevos.
Ahora supongamos que se eliminan los cuc y que todos los productos se empezaran a comercializar en pesos, entonces una pastilla de jabón costaría entre 25 o 30 pesos, casi el doble de lo que gana un trabajador al día. Si desaparece el peso y se mantienen los cuc, entonces el salario de muchos trabajadores pasaría a ser oficialmente 13 o 14 cuc al mes.
La otra variante que queda es eliminar ambas e imprimir otra moneda distinta que sería el resultado del aumento del valor del peso y la disminución del valor del cuc. Esto pareciera muy lógico y ajustado pero traería algunos problemitas. Implicaría incrementar al doble o al triple el poder adquisitivo de los 5 millones de trabajadores y, por tanto, en cuestión de horas colapsaría el abasto de los escasos productos existentes en las tiendas del país. Ese incremento de la capacidad de compra del pueblo se vincularía a una disminución de lo que ingresa el gobierno por concepto de ventas, pues al apreciar la moneda y elevar el poder adquisitivo del dinero, el valor de sus mercancías se estaría depreciando, ya que se estaría vendiendo al mismo precio que en la actualidad.
Es más que conocido que la carencia de productos que afronta de modo crónico el gobierno es resultado de su insolvencia económica que le imposibilita importarlos. Y tampoco cuenta con la posibilidad de créditos, pues le debe a las 11 mil vírgenes y cada día está más ahogado en su descalabro financiero.
Se puede concluir que unificar ambas monedas no es posible a través de una medida política, sino que depende 100% de un basamento económico del que carecen los Castro. Solo sería posible con un nivel de productividad y un desarrollo económico que respalde esa acción. Lo demás es cuento de camino y titulares de la prensa amarilla que de cualquier maya saca un ratón.
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Re: Raul Castro annuncia la fine della doppia moneta
http://www.cubanet.org/articulos/unificacion-monetaria-%C2%BFhacia-donde-hay-que-correr/
Unificación monetaria: ¿Hacia dónde hay que correr?
-El gobierno ya tiene un cronograma para la unificación monetaria, solo que empezó a aplicarlo bastante mal: el disparo de arrancada sonó, pero la gente no sabe bien hacia dónde hay que correr.
La Nota Oficial, por su ambigüedad, más que informar, lo que ha hecho es confundir y asustar a la población.
No es para menos. Con las amargas experiencias de más de medio siglo de experimentos fallidos, la mayoría de los cubanos se muestra bastante pesimista. Escucho hablar de devaluaciones –dicen que van a poner el cambio del CUC de 18 a 12 pesos-, de la inflación y el desabastecimiento que vienen, de terapias de choque y hasta de algo muy parecido a un corralito bancario, a pesar de las garantías oficiales de que no defraudarán la confianza de los que han depositado su dinero en CUC en los bancos.
La opinión que más se escucha en la calle es que si no aumentan los salarios y adecúan los precios, da lo mismo que haya una u otra moneda, las dos, o cualquier cantidad de ellas, porque aunque devalúen el CUC o devuelvan un poco de valor al peso cubano, el dinero vale lo que puedas comprar con él.
La gente en la calle no sabe si se quedará como moneda única el CUP o el CUC; si por ejemplo, su salario mensual –que se supone no aumentará si no aumenta la productividad- será 19 CUC o 456 CUP, que igual no alcanzan para malcomer una semana; si cuando vaya a la tienda a comprar un litro de aceite tendrá que pagar 2.40 CUC como hasta ahora, o 56. 60 CUP.
Si el CUP será la moneda única, habrá que saber si se podrá entrar a las tiendas, a las que no dejan pasar con bolsos –se presume que todos somos ladrones- con un saco lleno de billetes para poder pagar la fortuna que costará cualquier cosa.
Respecto a pagar con la tarjeta magnética, lo más probable es que los empleados de la tienda, cuando comprendan que no tienen “búsqueda”, te traben con el pretexto de que no hay conexión o cualquier otro, para forzarte a pagar en efectivo. Si no compras, a ellos plín: así trabajan menos.
Supongo que el gobierno ya debe tener el modo de responder las muchas preguntas que se hace la población, porque lo que se comenta en la calle, donde ya casi nadie espera algo bueno de “esta gente”, es como para preocuparse.
Paradójicamente, los que más debían preocupar al régimen son los que con la misma fe que rezan y ponen vela a los santos, se han creado demasiadas expectativas con la unificación monetaria y piensan que cuando haya una sola moneda, se empezarán a solucionar automáticamente los problemas económicos del país.
¿Qué harían si en vez de mejorar, empeora la situación, como es muy probable que ocurra, al menos en los primeros tiempos? ¿Calmará su decepción que les hablen de equilibrios fiscales?
El régimen, al iniciar el proceso de unificación monetaria, chapuceramente, con subterfugios, sin aclarar hacia dónde va y por cuál camino, se ha metido, sin ser buen nadador, en aguas turbulentas y en las que no da pie.
De momento, al paso que van, lo que conseguirán con estas medidas mal aplicadas y peor explicadas, será echar una sola moneda en un bolsillo que olvidaron remendar. Pero tal vez eso no preocupe demasiado al gobierno. Quizás le interese más, ahora que hay tantos que trabajan al margen del Estado, recuperar el control económico sobre la población. Eso, y simplificarle a los economistas los cálculos del desastre.
Unificación monetaria: ¿Hacia dónde hay que correr?
-El gobierno ya tiene un cronograma para la unificación monetaria, solo que empezó a aplicarlo bastante mal: el disparo de arrancada sonó, pero la gente no sabe bien hacia dónde hay que correr.
La Nota Oficial, por su ambigüedad, más que informar, lo que ha hecho es confundir y asustar a la población.
No es para menos. Con las amargas experiencias de más de medio siglo de experimentos fallidos, la mayoría de los cubanos se muestra bastante pesimista. Escucho hablar de devaluaciones –dicen que van a poner el cambio del CUC de 18 a 12 pesos-, de la inflación y el desabastecimiento que vienen, de terapias de choque y hasta de algo muy parecido a un corralito bancario, a pesar de las garantías oficiales de que no defraudarán la confianza de los que han depositado su dinero en CUC en los bancos.
La opinión que más se escucha en la calle es que si no aumentan los salarios y adecúan los precios, da lo mismo que haya una u otra moneda, las dos, o cualquier cantidad de ellas, porque aunque devalúen el CUC o devuelvan un poco de valor al peso cubano, el dinero vale lo que puedas comprar con él.
La gente en la calle no sabe si se quedará como moneda única el CUP o el CUC; si por ejemplo, su salario mensual –que se supone no aumentará si no aumenta la productividad- será 19 CUC o 456 CUP, que igual no alcanzan para malcomer una semana; si cuando vaya a la tienda a comprar un litro de aceite tendrá que pagar 2.40 CUC como hasta ahora, o 56. 60 CUP.
Si el CUP será la moneda única, habrá que saber si se podrá entrar a las tiendas, a las que no dejan pasar con bolsos –se presume que todos somos ladrones- con un saco lleno de billetes para poder pagar la fortuna que costará cualquier cosa.
Respecto a pagar con la tarjeta magnética, lo más probable es que los empleados de la tienda, cuando comprendan que no tienen “búsqueda”, te traben con el pretexto de que no hay conexión o cualquier otro, para forzarte a pagar en efectivo. Si no compras, a ellos plín: así trabajan menos.
Supongo que el gobierno ya debe tener el modo de responder las muchas preguntas que se hace la población, porque lo que se comenta en la calle, donde ya casi nadie espera algo bueno de “esta gente”, es como para preocuparse.
Paradójicamente, los que más debían preocupar al régimen son los que con la misma fe que rezan y ponen vela a los santos, se han creado demasiadas expectativas con la unificación monetaria y piensan que cuando haya una sola moneda, se empezarán a solucionar automáticamente los problemas económicos del país.
¿Qué harían si en vez de mejorar, empeora la situación, como es muy probable que ocurra, al menos en los primeros tiempos? ¿Calmará su decepción que les hablen de equilibrios fiscales?
El régimen, al iniciar el proceso de unificación monetaria, chapuceramente, con subterfugios, sin aclarar hacia dónde va y por cuál camino, se ha metido, sin ser buen nadador, en aguas turbulentas y en las que no da pie.
De momento, al paso que van, lo que conseguirán con estas medidas mal aplicadas y peor explicadas, será echar una sola moneda en un bolsillo que olvidaron remendar. Pero tal vez eso no preocupe demasiado al gobierno. Quizás le interese más, ahora que hay tantos que trabajan al margen del Estado, recuperar el control económico sobre la población. Eso, y simplificarle a los economistas los cálculos del desastre.
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